Octubre 2010
El sábado 30 de octubre, a 20 días de la inauguración del Congreso Social, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) ha demostrado una gran capacidad de convocatoria.
Contra los pronósticos de los medios de comunicación masiva, contra los deseos de la oligarquía y de la pequeña burguesía y sus expresiones organizadas, la clase obrera demuestra un fuerte poder de convocatoria, metiendo en el Estadio Azteca poco menos de 60 mil electricistas, sus familias y simpatizantes.
En este multitudinario evento se hizo escuchar una propuesta en voz de Martín Esparza, Secretario General del SME, propuesta que comprende la iniciativa de crear una Asociación Política Nacional (APN) como base para la construcción de un partido político electoral hacia el futuro.
En un primer momento la propuesta se ha enfrentado a una fuerte polémica en el seno de los referentes unitarios, particularmente en la Comisión Organizadora del Congreso Social, pues en un principio se deslizó la intención de hacer de éste un tema central en el Congreso Social a realizarse los días 19, 20 y 21 de noviembre, cuya inauguración tendrá lugar en las instalaciones del SME. Los representantes oficiales del sindicato han desmentido esta intención y será presentada como una de tantas propuestas organizativas en el encuentro.
También se ha despertado el debate en torno a los alcances que puede tener en estos días un proceso de construcción partidaria político electoral, a tan sólo año y medio de los comicios presidenciales, pues no se puede registrar ante el Instituto Federal Electoral partido alguno sino hasta pasadas las elecciones de julio de 2012. Hay quienes han planteado que esta propuesta viene de algunos sectores desesperados del derruido perredismo centrista, sectores de la corriente del “poder popular” que forman parte del Movimiento de Liberación Nacional, en combinación con un sector del Sindicato Mexicano de Electricistas, combinación que busca en esta APN posicionarse políticamente para negociar prerrogativas al interior del PRD unos, y mejorar sus condiciones de negociación con posibles candidatos a la Presidencia de la República o con el Ejecutivo Federal y el Secretario del Trabajo, los otros.
Sin embargo lo fundamental no son estas críticas y juicios anticipados, sino encontrar la forma en que la construcción de esta nueva herramienta de la clase obrera dote de cohesión, soporte, firmeza, regularidad y contundencia organizativa y movilizada al movimiento de masas de todo el país, que ayude a consolidar el proceso de Frente Único y la unidad de todo el pueblo contra la oligarquía financiera, que ayude a fortalecer el Congreso Social.
Cualquier cosa que atente contra el proceso de Frente Único debe ser combatida con firmeza, pero a su vez, todo lo que mejora la posición de la clase obrera ante sus enemigos de clase y que contribuye con el proceso de Frente Único debe ser saludado y apoyado por los comunistas.
Lo que queremos decir es que el punto nodal no debe ponerse en tal o cual iniciativa, pues cada organización debe hacerse responsable por la táctica que aplica para hacer su defensa en lo particular o la de los intereses de su clase social en general, el punto central es qué utilidad práctica le daremos a esta nueva propuesta, de qué forma hacemos que con éxito electoral o no, esta nueva iniciativa fortalezca el torrente de revolución proletaria y socialista que vamos construyendo en el proceso frentista.
Nada desdeñable es hacer un balance general de los caminos que hemos recorrido para arribar al actual estado de cosas en el movimiento de masas, recordar que la Promotora por la Unidad Nacional Contra el Neoliberalismo fue un pilar para la construcción del Diálogo Nacional y para la construcción de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, que a su vez, el Diálogo Nacional ha sido un eje conductor de luchas y descontentos varios, aglutinador de una gran cantidad de fuerzas y expresiones que han visto en la unidad una necesidad práctica de urgente solución. El Movimiento Nacional por la Soberanía Alimentaria y Energética, los Derechos de los Trabajadores y las Libertades Democráticas (mejor conocido como “Pacto”) Ha mantenido la movilización en los últimos meses del año, acompañando con firmeza la lucha del SME. Pero vale la pena recordar que hacia 2006, el proceso unitario participó desorganizadamente y a la cola de la espontaneidad de las masas.
Ni el Diálogo Nacional, ni La Otra Campaña, ni el gatopardismo perredista, ni otras fuerzas tuvimos la capacidad de hacer frente al fraude electoral que puso en Los Pinos a Calderón, ni al fraude político que se jactó de apagar el coraje del pueblo con el brete del Gobierno
Legítimo. Faltó organización, precisión en las consignas y capacidad de influencia en las masas populares, esto fue producto de la falta de anticipación, no prever los posibles escenarios para poder actuar a tiempo y ofrecer respuestas posibles y contundentes a las masas populares.
El proceso de acumulación revolucionaria de fuerzas tiene ante sí un terreno fértil en el descontento popular generalizado, la bancarrota del sistema actual de partidos, la descomposición total de la institucionalidad democrática de la burguesía, el hambre y la inexistencia de alternativas ni oportunidades de ningún tipo para las generaciones venideras y la juventud trabajadora, hacen de este país un polvorín que requiere de respuestas firmes desde el mundo del trabajo. Las repuestas, las alternativas, no pueden ser planteadas en términos de colaborar con la oligarquía para salvar la actual situación y evitar el “estallido social”, plantearnos la “inutilidad e incapacidad del actual gobierno y la necesidad de uno nuevo que haga bien las cosas” es plantearnos los problemas desde la visión de los de arriba, pretender salvar el mundo burgués para mantener las cadenas de explotación asalariada, cadenas que aunque sean de oro, son cadenas que hacen millonarios a unos cuantos y miserables a las mayorías.
Por eso, cuando se habla de partidos políticos debe hablarse de clases sociales, no existe intención política, ni programa político alguno que no represente los intereses de una clase social o sector de clase que pretende mediante su programa o intenciones imponer sus intereses a las demás clases, de todas las clases de la sociedad actual, sólo el programa de la clase obrera, sólo el programa del proletariado revolucionario, contempla la emancipación del conjunto de la sociedad, la liberación total de la humanidad. Sus aliados serán los campesinos pobres y masas explotadas y oprimidas, el programa del proletariado comprende la supresión total de la propiedad privada sobre los medios de producción, la superación radical de la sociedad dividida entre explotados y explotadores, la eliminación del neoliberalismo como modelo de acumulación capitalista, pero sobre todo la eliminación del modo de producción capitalista en cualquiera de sus formas, liberal o proteccionista, estos son los fundamentos de cualquier partido verdadero de la clase obrera y es también el norte del proyecto de nación que debemos construir sobre la base del Congreso Social hacia una Nueva Constituyente.
Hoy hemos arribado a la conclusión de la necesidad de una nueva constitución, una nueva legalidad constitucional que emane de una nueva Asamblea Constituyente, compuesta sobre todo de diputados obreros, campesinos, jóvenes trabajadores, pequeños empresarios, comuneros, indígenas, etc. Para arribar a este objetivo debemos construir en los hechos la fuerza que nos permita imponer condiciones y derrocar al gobierno oligárquico. No sólo no podemos pretender pedirle permiso a los monopolios dentro de su propia legalidad, sino que debemos poner todo nuestro esfuerzo en la organización más sólida y activa de las masas trabajadoras, crear las asambleas locales, regionales, estatales, sectoriales en las que los afectados directos de tal o cual medida anti popular discutan y acuerden las posibilidades de la lucha y su vinculación con la lucha del pueblo a nivel nacional e internacional.
Esto último es lo que nos debe permitir que las asambleas y espacios populares que hemos creado de manera aún embrionaria en Chiapas, Guerrero, Morelos, Distrito Federal, Oaxaca,
Michoacán y Baja California, como parte del proceso de construcción del Congreso Social, este proceso debe continuar en la ruta hacia la construcción de la unidad de los movimientos sociales y la Asamblea Nacional Constituyente, haciendo parte de la ruta las iniciativas político electorales y la violencia revolucionaria de las masas, el parlamentarismo proletario y la insurgencia armada de las masas en donde se den, como parte de una misma táctica de insurrección y liberación del pueblo.
El centro del debate no es tal o cual propuesta, moderada o radical, si no la articulación de todas ellas en un solo torrente de unidad popular y transformación revolucionaria, esto será la consolidación del Frente Único, articulación dialéctica de formas de lucha, coordinación efectiva de la movilización en espacios geográficos variados y contundencia en los golpes estratégicos enarbolando el proyecto de nación del Congreso Social, con el claro rumbo del socialismo y el comunismo.