CFE apuesta por energía "sucia"


En México, las emisiones de GEI han crecido casi 40% desde 1990, y una de las principales causas es la generación de energía eléctrica, de acuerdo con el Inventario Nacional de 2006
En México, las emisiones de GEI han crecido casi 40% desde 1990, y una de las principales causas es la generación de energía eléctrica, de acuerdo con el Inventario Nacional de 2006
Thelma Gómez y Noe Cruz
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) tiene apagada la luz en el combate al cambio climático. En ninguno de los escenarios propuestos para incrementar la generación de electricidad del país en los próximos años, existe una apuesta por las energías renovables. Sus reflectores se dirigen a la construcción de carboeléctricas y nucleoeléctricas; las primeras, muy contaminantes, y las segundas, cuestionadas por los riesgos y altos costos que representan.
En los cuatro escenarios de la CFE, difundidos por sus funcionarios, incluso en el extranjero, no hay reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), causantes del cambio climático global. Incluso, se prevé que puedan aumentar hasta en 90%.
En México, las emisiones de GEI han crecido casi 40% desde 1990, y una de las principales causas es la generación de energía eléctrica, de acuerdo con el Inventario Nacional de 2006.
Para ese año, los procesos de elaboración y uso de la energía contribuyeron con 60.7% de los GEI que emite México. Por este porcentaje, el país está entre los 15 con más emisiones contaminantes a nivel mundial, según la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
Si el gobierno federal decide seguir alguno de los escenarios propuestos por la CFE, México se mantendrá entre las naciones que más contribuyen al cambio climático global.
Científicos y organizaciones no gubernamentales coinciden en que apostar por las carboeléctricas y la energía nuclear aumentaría los problemas de contaminación en el país.
Lo que más llama la atención de científicos como Jorge Islas Sampeiro, del Centro de Investigación en Energía de la UNAM, es que se insista en construir este tipo de centrales generadoras, cuando 40% del parque de producción eléctrica del país se encuentra ocioso, no se utiliza.
Y es que décadas atrás, los responsables de planificar la política energética del país apostaron que México tendría un mayor crecimiento económico. Por lo tanto, iba a requerir más energía. Así que se impulsaron proyectos de generación eléctrica con mayor participación de la iniciativa privada, tras los cambios realizdos a la Ley del Servicios Público de Electricidad.
Las previsiones no se cumplieron; la economía no creció a las tasas que se esperaban y se creó un parque de generación operado por privados que hoy representa 25% del total, pero sin clientes suficientes que puedan consumir esa electricidad.
Esta gran capacidad de generación eléctrica —dice Jorge Islas Sampeiro— ofrece las condiciones ideales para que México desarrolle su propia industria de energías renovables.
Quienes ahora diseñan la política energética del país no lo ven así.
Cuatro escenarios, más emisiones
El 10 de mayo del 2010, durante la Conferencia Anual Latinoamericana sobre Energía que se realizó en La Joya, California, el director de Proyectos de Inversión Financiada de CFE planteó que la empresa analiza cuatro escenarios para incrementar la capacidad de generación de electricidad de México.
El primero contempla crear 14 carboeléctricas para 2028. En ese caso, el aumento en la emisión de dióxido de carbono sería de 98%.
El segundo propone cuatro carboeléctricas, dos centrales nucleoeléctricas, expandir las centrales de ciclo combinado que usan gas natural y obtener 4 mil megawatts con energía eólica, entre 2023 y 2028. En este caso, habría 58% más emisiones.
En su tercer escenario, la CFE plantea crear seis plantas nucloeléctricas entre 2024 y 2028. Además, propone limitar a 45% las centrales de ciclos combinados y generar 4 mil 500 megawatts con energía eólica. En este caso, las emisiones crecerían 25%.
El último escenario propone 10 centrales nucleoeléctricas entre 2022 y 2028; limitar los ciclos combinados a 45% y obtener 4 mil 500 megawatts con energía eólica. El incremento en emisiones sería de 15%.
Pero lo cierto es que CFE ya se mueve en una dirección: estudios de prospectiva plantean aumentar la demanda de carbón, de 10 millones de toneladas ahora, a 25 millones para 2024.
El tema de la energía nuclear ha estado cada vez más presente en el discurso oficial. La secretaria de Energía, Georgina Kessel, afirma que si se quieren reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la generación de energía, “el mundo se va a tener que mover más hacia la energía nuclear”.
México —dice la funcionaria— analiza si es rentable para el país incorporar nuevas unidades de generación nuclear en la matriz energética.
Dependencia y riesgos innecesarios
¿Por qué le estamos apostando a opciones cuyas materias primas o fuentes energéticas no se tienen en el país? La pregunta es del doctor Jorge Islas Sampeiro, del Centro de Investigación en Energía de la UNAM.
El especialista señala que no es necesario un análisis profundo para saber que la energía nuclear no es rentable para el país: “No tenemos las reservas de uranio para soportar un programa nuclear y no tenemos la tecnología para enriquecer el uranio. Si se opta por entrar a la ruta nuclear, se estaría generando una dependencia energética”.
Más que eso. La energía nuclear trae problemas como el manejo de los residuos nucleares y la seguridad.
“¿Por qué se quiere entrar a algo que genera tanta incertidumbre y riesgos? ¿De dónde se sacará el dinero para desarrollar esta tecnología? Si se decide por la ruta nuclear, el gran perdedor será México”, dice Islas Sampeiro.
Algo similar sucedería con el carbón: México no tiene suficiente para sostener un programa de carboeléctricas. Aunque es muy barato, tendría que comprarlo en el exterior. Buena parte del combustible que se usa es de importación. El problema al usar este tipo de carburantes es que aumentan, en forma considerable, las emisiones de gases de efecto invernadero. Si se apuesta por el carbón, México no estaría mandando una señal clara de combate al cambio climático.
Fernando Tudela, subsecretario de la Semarnat y responsable del seguimiento al Programa Especial de Cambio Climático, señala que las emisiones del sector energía, antes de bajar tendrán que subir, “porque lo que no podemos hacer es matar de hambre energética el proceso de desarrollo del país”.
—¿La mejor apuesta son las carboeléctricas? —se le pregunta.
—Depende de qué carboeléctrica. Hay carboeléctricas que son de avanzada, que tienen una alta eficiencia. Yo no estoy nada entusiasmado con ninguna carboeléctrica. Si en algún momento resulta que hay que construir una carboeléctrica, (hay que) hacerlo lo más eficiente y limpia que se pueda hacer. No es ninguna tragedia.
¿Es posible tener carboeléctricas limpias?, se le pregunta a Islas Sampeiro: “Hay tecnología de captura y secuestro de carbono para las carboeléctricas que apenas está sometiéndose a prueba. Su eficiencia no es buena. Además, se trata de una tecnología cara”.
Lo que sí es una tragedia para los científicos dedicados al tema de energía es que México no impulse el desarrollo de las renovables, como la solar o la eólica. Sobre todo, cuando el país podría satisfacer sus necesidades energéticas utilizando sólo renovables.
En el libro Energías alternas: propuesta de investigación y desarrollo tecnológico para México, editado por la Academia Mexicana de Ciencias, la Academia de Ingeniería y el Centro de Investigación en Energía de la UNAM, los investigadores del país coinciden en que urge una “reforma integral del sector energético”, que impulse las fuentes renovables, la investigación y la formación de personal capacitado. Es urgente, apuntan, no sólo por la problemática del cambio climático, sino por la baja en las reservas del petróleo.
Costos e impedimentos legales
México tiene una posición geográfica que lo hace ideal para el desarrollo de las energías renovables, en especial la solar y la eólica. Tan sólo en energía solar, el país se encuentra en la zona conocida como “franja solar”, la región con la mayor insolación del planeta.
“Sólo con energías renovables se garantizaría el suministro energético en el país a largo plazo. Nuestra principal riqueza no es el petróleo, son las renovables”, dice Jorge Islas Sampeiro.
Para funcionarios de la Secretaría de Energía y de la CFE, el obstáculo para impulsar las renovables es su costo.
Eugenio Laris Alanís, director de Proyectos de Inversión Financiada de CFE, ha repetido en diferentes foros que cualquier esfuerzo para reducir emisiones de GEI en la producción de energía, provocaría un aumento en los costos y serían los consumidores quienes tendrían que pagar esos costos con mayores tarifas o vía impuestos.
Para los científicos, la excusa de los costos no es válida.
Adrián Fernández, director del Instituto Nacional de Ecología, explica que si sólo se considera el costo de producción de energía utilizando combustoleo, petróleo o carbón, aparentemente va a ser mucho más barato este tipo de energía. Pero si se toma en cuenta que estos combustibles causan un incremento en la morbilidad y en la mortalidad, los costos suben.
La legislación mexicana tampoco ayuda a impulsar el desarrollo de las energías renovables.
La Ley de Servicio Público de la Energía Eléctrica instruye a la CFE a producir electricidad con los costos más bajos posibles, sin que se tome en cuenta lo que se conoce como “externalidades”, es decir, los daños al medio ambiente o a la salud de la población.
Ese mandato legal —dice Adrián Fernández— es una de las grandes barreras que hay en el país en el tema del combate al cambio climático.
El director del Instituto Nacional de Ecología señala que organismos como la CFE tienen que transformarse “de raíz, hay que cambiar formas de pensar y actuar. Hay que ayudarles cambiando aspectos legales, para ir más allá del discurso de que el cambio climático importa al gobierno federal”.
—¿Se prevé cambiar la ley para que el costo de la energía tome en cuenta las externalidades? —se le pregunta en entrevista a la secretaria de Energía, Georgina Kessel.
—No es mi área de responsabilidad. Lo que estamos buscando es que se tome en cuenta el cálculo de las externalidades y que esto forme parte del proceso de planeación de CFE, que de una u otra forma se refleje en lo que CFE planea para el futuro.
Renovables, una tibia apuesta
En entrevista, la secretaria de Energía, Georgina Kessel, asegura que en el gobierno federal hay un “convencimiento” de actuar para reducir el impacto del cambio climático.
Menciona que se trabaja en normas oficiales para aumentar la eficiencia energética en aparatos electrodomésticos, en automóviles y en iluminación.
También, dice, se busca aumentar la utilización de energías renovables: si a finales de 2009, de la capacidad total de generación del sistema 22% era de renovables, para 2012 se busca aumentarla a 26%. En ambos porcentajes se incluye a las grandes hidroeléctricas.
Cuando se analizan con detenimiento las metas propuestas para energías como la solar o la eólica, se observa que se trata de una apuesta muy tibia.
La meta en energía eólica es tener 2 mil 500 megawatts para 2012. En España, cada año, se suman de 2 mil a 3 mil megawatts producidos por eólica.
La propuesta de incluir la energía eólica es tan tímida, que su participación en la generación total apenas pasará de 0.1% a 0.5% en los próximos 14 años, según la Prospectiva del Sector Eléctrico 2000-2024.
Además, sobre energía solar sólo hay un proyecto piloto para generar cinco megawatts con este tipo de energía.
Oportunidad que se pierde
Los investigadores que participaron en el libro Energías alternas: propuesta de investigación y desarrollo tecnológico para México, presentado en junio de 2010, destacan que la transición energética que el país necesita debe hacerse con “rapidez y eficacia”.
Para ello, dicen, es necesario, entre otras cosas, crear una Comisión Nacional de las Energías Renovables y un Instituto Nacional de Energías Renovables (INER) que trabaje en red con todos los centros de investigación y sea el brazo tecnológico de la comisión.
Hasta ahora, sus propuestas se han encontrado con pared.
Países como España o Alemania (este último tiene 30% menos de insolación que México, y actualmente es líder en el ámbito de la energía solar) llevan algunas décadas transitando por la ruta de las energías renovables.
Muchas otras naciones también se están subiendo a este tren, sobre todo por razones económicas: si ellos logran desarrollar la tecnología que se requiere para aprovechar las renovables, podrán ser líderes en un mercado que crece en forma veloz.
A México no le queda mucho tiempo para apostarle a las energías renovables. El académico Jorge Islas Sampeiro lo dice así: “Si no aprovecha esta oportunidad en los próximos 10 años, será muy difícil que el país pueda competir en esa área”.